La respiración nos acompaña toda la vida. Siempre está presente en cada cosa que hacemos, acompañando todos nuestros momentos. Está ligada no solo a la supervivencia, sino también a la calidad de nuestra vida. Si respiramos más, mayor conexión con el sentir. Cuánto más plena es nuestra respiración, más vitalidad tenemos. Si nuestra respiración es limitada, no alcanza para nutrir con oxígeno la totalidad de los pulmones.
Para aprender a respirar adecuadamente, antes que nada, debemos tomar consciencia que respiramos y analizar cómo lo estamos haciendo. Una respiración correcta es una respiración completa, en la que interviene todo el sistema respiratorio y los pulmones se llenan de aire. Debemos inspirar por la nariz, ya que purifica el aire y regula su temperatura. Procuraremos depositar el aire en el abdomen para que el diafragma actúe de soporte antes de expulsarlo.
Recordemos que empezamos a vivir con nuestra primera inspiración y moriremos con la última espiración. No podemos resistir más de tres o cuatro minutos sin respirar. De lo que no somos tan conscientes es que la respiración puede cambiar nuestra mente o por lo menos el estado de nuestra mente y mejorar el funcionamiento de nuestro cuerpo.
La respiración puede tener un efecto directo en el conjunto de la actividad cerebral y es la única de nuestras funciones vitales que es a la vez consciente e inconsciente. No podemos modificar nuestro ritmo cardíaco o nuestra producción hormonal. Pero somos capaces de modificar el ritmo y la profundidad de nuestra respiración simplemente con nuestro pensamiento y voluntad.
La respiración es un puente entre nuestro pensamiento consciente y nuestros automatismos corporales inconscientes. Controlando el ritmo de la respiración con suavidad podemos intervenir en nuestro funcionamiento biológico.
Una respiración adecuada: profunda, suave, reposada y diafragmática tiene un impacto inmediato en nuestro sistema cardiovascular. En pocos segundos el ritmo cardíaco se ralentiza, la tensión arterial se reduce, la circulación mejora. Todo nuestro sistema cardiovascular se beneficia de un mejor control de la respiración, lo que mejora globalmente la alimentación celular y favorece la eliminación de los desechos metabólicos a través del torrente sanguíneo.
Simplemente poner la atención en la respiración nos permite recuperar el control de pensamientos desordenados y obsesivos que se apoderan de nuestra mente en una situación de nerviosismo. Las emociones que nos perturban en estas situaciones siguen este impulso y al respirar correctamente volvemos a recuperar la capacidad de conducir nosotros nuestra vida.
Estos tres efectos combinados de la respiración (impacto cardiovascular, control de los pensamientos y actuación en las emociones) son muy buenos para manejar el estrés.
Unos minutos de respiración consciente nos permite conectarnos, nos permite estar en el “aquí y ahora”, escucharnos…estar con nuestro ser…sentirnos… de esa forma se ayuda a eliminar tensiones y a “darnos cuenta” como estamos.
Hay muchas formas de vivir una misma realidad, y la diferencia está en nuestra forma de sentir, es decir en nuestras emociones. Desde hace muchísimos años muchas culturas descubrieron la relación entre los estados emocionales y los cambios en el ritmo y la calidad de la respiración y atizaron la meditación y respiración como herramienta clave para una vida sana.
Respira más y mejor, sé conciente!!!